Gamoneu, como topónimo, hace referencia a una tierra de Gamones, planta tradicionalmente utilizada para saciar la voracidad del apetito del gochu, criatura, por otra parte, que tantas hambres va apaciguando.
Y es que igual que del gochu se aprovecha todo, del gochu nos aprovechamos todos: come gochu el rey como come gochu el cortesano. También come gochu el artesano que, con manos ásperas, da forma a la que, dicen los paladares mas críticos, es, junto con el Cabrales, patrimonio intangible y tastiable de la humanidad, una humanidad que hace tiempo dio la espalda al caótico terreno donde se esconden las majadas de la añeja factoría del Cornión.Occidental de los macizos, de aquellos montes llamados Picos de Europa.
Los rigores de una vida de anacoreta y las fauces de un can, llamado lobo, algo habrán tenido que ver en todo esto, igual que algo tienen que ver en que el verde botella de las árgomas gane terreno al esperanza del pasto.
Uno, el que suscribe, junto con otra, a la que acompaña y quiere, dan buena cuenta de un lomo industrial, de uno de esos gochos de los que antes algo dije, calmando la sed de sombra bajo el minúsculo alero de la troglodítica morada de aquel maestro quesero.
Antes de descargar los víveres para una semana, ata a la noble bestia a un endeble taco de seco castaño: seco por el sol y el tiempo, como siempre se secó la madera, cortado en menguante, como siempre se cortó la madera y subido a lomos de caballería, como siempre se subió la madera, desde que se acabaron aquí los árboles, si es que algún árbol hubo aquí algún día.
Abre la puerta y bebe dos vasos rasos de agua. No utiliza la llave, para qué quiere llave si jamás pieslla, que dice fiarse de la bondad de los habitantes de este mundo demente, pese a que, cuando llegó, a las alturas este junio pasado, los víveres brillaran por su ausencia y la leña guardada, hubiera sido por algún sinvergüenza quemada. Quién sepa desde donde ha de traer la leña este pastor, se dará cuenta de que quien se la haya quemado, bien pudiera ser catalogado de sinvergüenza mayor o de hijoputa avanzado.
Una vez dentro, añade cuajo a la leche: de cabra, de vaca y de oveja, por supuesto, coge el tayuelu y se sienta bajo el quicio de la histórica puerta, desgastada ya la caliza de tanto abrirse paso el pastor hacia el calor del llar, que oscurece las paredes unas veces, y que alumbra en las noches fugaces de verano las otras, aunque hoy lo que busque, en realidad, sea el frescor de la teja vana.
Comienza la conversación. Y cuando comienza la conversación ya puede, amigo lector, hacerse a la idea de que de allí hay labor para un buen rato… cuando decidimos, al fín, movernos, la niebla había ya tomado posiciones.
Y volver hasta Belbín en estas condiciones, no se vaya usted a pensar, que es una labor de las que pueden llegar a asustar…
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